Tu padre está orgulloso porque al fin ha conseguido el hijo varón que siempre anhelo. Este es el hombre que vos necesitabas para enderezar tu vida, esa vida que para él te cuesta tanto manejar.
Tenías demasiadas ilusiones, querías estudiar, viajar, trabajar, llevar a cabo todo lo que te definía como una “mujer independiente”, esa frase que pronunciaba riéndose socarronamente.
Las mujeres nacen para ser madres y esposas, vos tenías sueños estúpidos, así los definía, recordándote que eso no te llevaría a “nada”. Qué nada, frente a ese vacío del hacer lo que te imponen. El vacío que sólo permanece escondido debajo del mandato. “Seguro que es esa amiga tuya que te llena la cabeza”, te decía para que no veas el disfraz, “tu amiga, esa que nunca se sabe en que anda”.
Tu llanto lleno de rabia se refugiaba en la almohada, en tu único espacio tan tuyo, tu cama, al que desde hoy ya no volverás. Nunca tuviste la fuerza suficiente para revelarte y luchar, debilitaron tu fuerza sus palabras convertidas en narcóticos que ahogaron sueños e ilusiones, todo el motor de tu felicidad.
Qué pena amiga, cambiaste tu vida por la de tu padre, para que él convierta su sueño del hijo varón en realidad.
Acá estamos, frente a esta imagen. Ese momento infinito en el que me miras, te miro, tu mirada está vacía. El hombre que va a enderezar tu vida también me mira. Mirada de macho ganador. Tu padre feliz lo abraza. Y te subís al automóvil que va a llevarte.
Gloria Barreiro. Lanús, Provincia de Buenos Aires
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