viernes, 22 de mayo de 2020

Convocatoria fotos de baúl. Segunda vuelta. El Retrato de Marga Demon por Ana María Makarow





¿Cómo una imagen puede cambiar toda la perspectiva de la vida?...

Vivo en un barrio muy tranquilo Plátanos, con una plaza muy vistosa recuerdo pasar mi niñez en ella. Los niños juegan, hacen deportes y disfrutan de sus juegos, los adultos disfrutan de la misma manera al aire libre. Tiene una vegetación variada de flores y arboles, lo más hermoso es el viejo ombú que es de gran fascinación.

En primavera las flores comienzan a brotar con  gran belleza, aunque es una de las estaciones más esperadas a mí me gusta mucho el otoño. Poder capturar con mi cámara fotográfica esos colores tan magníficos, sus hojas con esos tonos amarillos y naranjas.
Me encanta la caída de la hojas que cubren el pie de los árboles.
El otoño posee una gran paleta de colores muy espectaculares desde ocres, amarillos, rojos, es increíble disfrutar de la puesta de sol y tener bellas imágenes de la misma.
Una tarde de otoño decidí ir a la plaza para poder capturar distintas imágenes, ya que en unos meses tenía una exposición fotográfica. La idea era solo fotografiar al azar entre pájaros volando, algunos niños jugando así sorpresivamente.

Estaba muy concentrada mirando por mi visor a las palomas que estaban muy inquietas.
Logre una fotografía macro de una abeja reposando en una pequeña florcita.
Buscando que mas fotografiar a lo lejos pude visualizar a una mujer sentada en un banco de la plaza, hice zoom y al ver nítidamente la fotografié muchas veces, sentada, de pie mirando a los pájaros, disfrutando de la naturaleza otoñal.
Me di cuenta que era mi vecina la señora Marga Demon pero todos la llamaban Margarita. Era una señora muy amable y muy misteriosa, vivía a dos cuadras de mi casa.
 De repente  mira como dándose cuenta de mi intención entonces continuo  buscando que fotografiar cuando oí que de pronto me llamaban por mi nombre —¡Marion! ¡Marion!  entonces  veo como se va acercando hacia mí, disimuladamente camino en la misma dirección y nos encontramos

—¡Hola Margarita! ¿ cómo está usted?, Le pregunté
 — ¡Querida Marion! Vengo todas las tardes a la plaza a despejarme, te veo muy entretenida eres fotógrafa?
—Si Margarita así es, ¡soy una apasionada del arte visual! ¡Esta hermosa la tarde!
—Si estos años que tengo encima mi querida a veces pesan, pero trato de disfrutar del nuevo día.
Fue muy simpática y nos quedamos  un rato charlando.
—Me encanta el arte! Dijo  —¿estás muy ocupada? Me pregunto
—Me gustaría invitarte a tomar el té en mi casa ¿aceptas?
Quede muy sorprendida por su invitación pero me gusto con la naturalidad que lo hizo.
—¡Qué amable Margarita! ¡Si con gusto iré!
 —En una hora le parce bien que vaya a su casa?
—¡Querida Marion te conozco desde niña!
—Para mí sería muy grato compartir la merienda contigo, así que en una hora te espero.
Eran exactamente la cinco de la tarde cuando llegue a su casa.
En la entrada había un imponente portón de hierro forjado a dos hojas todo adornado con círculos y puntas de lanza, estilo francés al costado del pilar una campana antigua.
El portón estaba entre abierto entonces entre y comencé atravesar un pequeño sendero lleno de arboles de pinos, apenas llegaban los rayos del sol, parecía que estaba en un profundo bosque.
Al  cruzar todo el camino me encontré con una increíble casona antigua con una gran chimenea, sentí que estaba en un cuento.
Allí estaba la señora Margarita esperándome
—¡Querida Marion, entra ponte cómoda!
—¡Qué increíble su casa!- Exclame
—¡Estoy fascinada, parece que vive en un gran bosque en la ciudad!
—Me gusta mucho la naturaleza, este es mi gran refugio. Me respondió.
Su casa era muy exquisita, estilo romántico  lleno de adornos antiguos, increíbles cuadros de pinturas a las que admire muchísimo. Una gran colección de libros.
 En un rincón un antiguo reloj de pie color madera caoba.
Tenía  grandes ventanas extravagantes  al que se podía observar el gran portón y la campana. El sol se podía relucir a través de ellas.
Una gran mesa de algarrobo y las sillas que  hacían juego, en el medio del techo una gran araña de cristales que iluminaban a una casa antigua pero muy agradable, recuerdo que me sentí plenamente cómoda.
Margarita era una señora que seguro tendría unos 80 años pero bastante vital por su edad, todas las tarde que podía iba a la plaza a distraerse y caminaba esas cuadras ida y vuelta.
—Vamos a disfrutar de este riquísimo te, y esta torta que es una receta familiar.
—Espero lo disfrutes  querida. Me dijo
Todo muy delicado, le pregunte si necesitaba ayuda y me dijo que yo era su invitada y que de ninguna manera debía mover un dedo.
Me sentí muy especial, me parecía todo muy mágico y  llego Margarita con una bandeja con tazas de porcelana, se notaba la finura desde la tetera, la azucarera y lo más increíble su entusiasmo por  atenderme.
     ¿Quieres escuchar música? Me preguntó
     ¡Usted es muy amable Margarita, me siento tan halagada con esta merienda!
     Y si, escuchemos música, le dije
Muy entusiasmada la vi sacar un disco vinilo y lo inserto en una Vitrola-Fonola era del año 1912 una herencia familiar que Margarita supo cuidar a la perfección.
Y comenzó a sonar Beethoven.
Quede completamente deslumbrada. ¡Qué increíble mujer Margarita!
Compartiendo una magnifica merienda  de gran finura y delicadeza, deleitarnos con música clásica en un hogar lleno de antigüedades refinado e inimaginable en mi realidad.
Fue la tarde más inolvidable de mi vida.
Hablamos de arte ella sabía mucho de pintura de música y literatura
Cuando llegue a mi casa ya de noche me quede pensando durante  toda aquella tarde. Solo pensé en ella.
Hasta el punto  de que acabe pensando que todo había sido un sueño.
Los días transcurrían y día por medio nos veíamos en su casa, siempre compartiendo la hora del té.
Siempre me deleitaba hablar con ella  me gustaba como disfrutaba de la música clásica.
Un día me atreví a preguntarle porque vivía sola y porque no formo una familia, quería saber si fue feliz.
—Mi  querida Marion mi familia estaba compuesta por mis padres y mi hermano José. Fuimos muy felices.
 —El se caso con su  novia de la juventud mi cuñada Elena, y me dieron tres sobrinos hermosos. Julián, Luis y Evangelina.
Mi relación fuerte fue con Evangelina que  me hizo tía abuela de Isabel, ella vive en el exterior.
—¿Y usted  no se enamoro? Le pregunte
—Sí, me enamore de la música! Lo dijo con un gran suspiro
— ¡Soñaba con ser una gran cantante!
—Si me case muy joven pero mi compañero se fue de este mundo, y lo recuerdo con mucho amor. No tuvimos hijos.
—Lo siento mucho Margarita, le dije
Era una mujer tan fuerte y de un espíritu jovial, teníamos conversaciones  muy interesantes de una  gran sabiduría, me contó de sus viajes por el mundo.
Y de la gran fortaleza que tiene a pesar de estar en soledad.
Me preguntaba ¿qué llevaba a una mujer tan interesante a estar tan sola?
Hay varias mujeres de su generación que así lo deciden, pero será que esta tan mal vista la soledad? ¿Porque debería una pensar que estar sola por la vida es un error? ¿Es más una elección o el destino?
En Margarita veía a una mujer plena, pero realmente ¿fue y era feliz consigo misma?
Sera que soy muy diferente y a pesar que en algunos momentos uno necesita la soledad en mi caso amo la compañía.
Ese es el misterio de  las personas viven la vida de diferentes maneras.
Para algunos serán los raros o los antisociales, pero porque no pensar que es por otro motivo más importante. Estoy segura de que siempre debe  haber una razón.
Estaba tan entusiasmada con mi exposición de fotografía que no podía parar de contarle a Margarita de todas mis ideas, soy tan indecisa que quería su opinión.
Esa tarde lleve mi cámara y nos sacamos unas fotos quería plasmar ese día junto a ella.
—Tengo un gran dilema en que presentar en mi exposición ¿ qué hago Margarita?, Le pregunte
—¿Qué quieres mostrar? ¿Un  mensaje? ¿Una composición establecida?¿ Solo arte?
—Eres muy talentosa en lo que haces, me gustan tus ideas.
Y le respondí— todo!!! Con una gran carcajada (ja ja ja)
—Seguro lo vas a conseguir déjate llevar por tu intuición. Me dijo
Me había contado que pronto volvería a ver a su sobrina nieta que venía a visitarle, me pareció correcto no ir en esos días a su casa por unas semanas
Aproveche para seleccionar que tipo de imágenes quería mostrar en la exposición, estaba muy desorientada porque en esta disciplina me gusta todo, pero quería que a través de una imagen todos  puedan visualizar algo profundo, o poder transmitir en ella algún interés más.
Tenía que hacer lo que Margarita me dijo, llevarme por mi intuición.
Al pasar los días ya extrañaba volver a visitar a Margarita, entonces decidí ir a verla.
Estaba el portón cerrado y me pareció muy raro, entonces empecé a tocar la campana, salió ladrando un pequeño perrito y se asomo una mujer
—¿Sí?,¿ qué necesitas? Pregunto
—Disculpe señora, vine a ver a Margarita
La señora bajo la mirada y me dijo— mi tía falleció
Escuchar decirme algo tan semejante…quede paralizada
—¿Estas bien? ven entra
—Usted es Isabel, ella me hablo de usted —le dije
— ¡No entiendo nada!, ¿que le sucedió? pregunte muy afligida.
¡Ah! dijo Isabel —Tú eres Marion, mi tía me hablo de ti, se notó el cariño profundo que sentía.
Estaba tan feliz, hablaba muy fascinada.
Quédate tranquila ella estaba dormida, en su semblante solo reflejaba paz.
No podía creer lo que estaba escuchando, fue el día más triste de mi vida.
Decidí irme.
—Espera! me dijo Isabel
—En unos días, voy a acomodar algunas cosas de mi tía ¿ podrías venir?
      Quede por un instante pensativa.
Desconsolada  y sorprendida, me fui
No podía creer que por un instante todo termine.
Una semana después aproximadamente me hallaba en la casa  de Marga, muy apenada porque me había encariñado mucho.
Isabel era una mujer muy amable y me contó que había decidido irse a vivir a  lo de su tía, con su familia.
Me dio un poco de tranquilidad porque sus tesoros más preciados iban a estar bien cuidados.
En la habitación de Margarita no había tristeza.
Se podía percibir una brisa a aroma a flores, en un rincón  había un pequeño baúl, lo abrí y encontré postales de sus viajes, cartas de sus familiares, una foto de su marido.
Me dio mucha nostalgia.
En el fondo del baúl había un retrato de una  joven mujer debería tener unos 18 o 20 años, era de una belleza extraordinaria, tenia un rostro iluminado y unos ojos soñadores, llena de vida.
 Le pregunte a Isabel— ¿Es Margarita? con lágrimas en mis ojos.
—Sí, Marion, mi bella tía en su juventud.
No podía dejar de admirarla, esa joven mujer en el retrato era la misma mujer que conocí. Verla en esa fotografía fue una gran emoción..
Parecía resplandecer como un rayo de luna y con una inmensa alegría.
Me sentí apasionada  por aquella atmósfera  de misterio que la rodeaba.
Con su pelo suelto  envuelta en pieles.
En sus años dorados, parecía realmente una artista de Hollywood
Tal vez llena de preguntas sin encontrar repuestas, y me pregunte
 ¿Qué sueños tendría en ese momento de su vida?, ¿Con qué ilusiones vivió?
Su mirada transparente y su sonrisa tan perfecta.
Es increíble, una misma persona en distinta etapas de su vida con tantas experiencias vividas. Con una gran personalidad.
Isabel me dice—Mi tía me dijo que te quería dejar algo y es justamente ese retrato. Así que es tuyo.
Además, me dejo estas pinturas que ella misma hizo, fue una gran artista.
Sentí una gran emoción, me guarde el retrato como el más preciado tesoro.
Y me dije que increíble saber de su faceta artística por la música y la pintura.
Ahora comprendía más toda su gran sabiduría y todo su amor al arte.
Faltaban cinco días para la exposición y la verdad no había preparado nada, con lo que estaba atravesando no me sentía inspirada.
Estaba mirando el retrato cuando lo saque de su marco para limpiar el vidrio
había un pequeño sobre, adentro una carta.
Abrí la carta y me puse a leerla, decía estas palabras.


Querida Marion:

Seguro estarás muy sorprendida de esta carta  se que en algún momento lo entenderás.
En tus manos estará mi retrato donde era una jovencita llena de sueños e ilusiones.
 Igual que tu.
La vida es una gran aventura, también con tropiezos y errores.
Con tristezas y alegrías. Te vas a cruzar con todo tipo de persona en tu vida con aquellas que serán mezquinas, ególatras  sin importarles nada harán lo que sean por lograr sus objetivos, no les molestara lastimarte, solo buscaran su beneficio solo mostrar su egocentrismo sea como sea, te cruzaras con personas que serán todo lo contrario que te bridaran su cariño incondicional y se pondrán  felices por tus logros a esas personas hay que saber reconocerlas.
A veces se toman decisiones por el bien de una.
Como te conté mi sueño era ser una gran cantante y lo fui, pero mi otra gran pasión fue la pintura la que me acompaño todos estos años.
Te dejo algunos cuadros que fueron muy importantes para mí.
Viví mi vida a mi modo y no me arrepiento de nada.
 Siempre fui muy sensible pero me mentalice en ser fuerte en cada paso que diera o en cada decisión que eligiera.
 Jamás renegué de la soledad, cuando uno está bien consigo misma la soledad puede ser una gran compañía. Siempre que estés acompañada procura sentirte plena con esa compañía de nada serviría fingir que todo está bien cuando no es así. Tuve mis debilidades y mis miedos acechando por mi mente.
Sé que viví lo suficiente para vivir mi vida  como quise.
 Atesorare en mi alma a una jovencita llena de ideas atrapadas en su mente, que tiene que ser más segura y  esa eres tu Marion.
 Como te dije llévate por tu intuición, siempre, por más que a veces sean dolorosas  algunas decisiones siempre es por algo mejor.
Cuando te vi y conocí mejor me vi a mi misma en mi juventud, y quise a mi manera poder trasmitirte de alguna manera mi fortaleza.
Vive y disfruta cada etapa de tu vida,  como en ese retrato se ve mi plena juventud, mis arrugas también marcaron mi camino mis años vividos.
Una vez me preguntaste si fui feliz, y te respondo—siempre lo fui, porque siempre hay un motivo para serlo. Nunca permitas que nadie opaque tu felicidad.
Aceptaba la soledad, nunca renegué de ella.
 Aprecie y disfrute de tu compañía.
Siempre lucha por tus sueños me encanto compartir contigo todas las meriendas que me llenaron de aprendizajes, porque  aprendí de ti muchas cosas fabulosas.
 Si sabes vivir tendrás una gran vida.
Si el destino quiso cruzarnos es por algo que teníamos que aprender de una a la otra.
Gracias mi querida Marion siempre seré tu ángel guardián. 

                                                                         Con todo mi cariño y amor

                                                                                                                  Marga Damon
  

No podía dejar de llorar, que mujer tan extraordinaria se cruzó en mi vida.
Estaba muy conmovida por toda la situación, y de repente mi intuición
salió  mágicamente, me acorde de las fotos en la plaza esa tarde que  sorpresivamente la  fotografié.
En mi exposición estará la increíble y  maravillosa Marga Damon
 Una gran mujer que me invito a vivir  fue esa persona que me alentó  a ser a crecer  a no rendirme. Me hizo ver la importancia de la seguridad personal a triunfar a no ceder. Aprendí de ella su generosidad, me entrego su corazón. Me demostró que debo luchar por mis sueños y no aceptar negativas. A ser libre a poder elegir. Su invitación fue  saber, que una persona vive mientras tiene sentido su vida Margarita me mostró el valor, la esperanza  y el entusiasmo.
 Presentare en la exposición la imagen de   una joven llena de ilusiones y de sueños. En la otra imagen  a la mujer que conocí en sus años de sabiduría, que me dio una invitación a vivir.
En mi exposición estará  el inolvidable ¨Retrato de Marga Demon¨.


Mi reflexión  que todos llegaremos a la vejez con errores y con aciertos
Tal vez buscando la felicidad eterna.
O tal vez disfrutando de la soledad
Pero con seguridad  viviendo.
Mi gran homenaje para la mujer que cambio mi vida para siempre.
Mi querida Margarita. Nunca te olvidare
Marion


Ana Makarow, escritora, fotógrafa y editora digital, Berazategui, Buenos Aires

Convocatoria fotos de baúl. Segunda vuelta. Pasado por Iván Quezada



Pasado

El tiempo dejó de existir, disolviéndose en un tiovivo que alguien —al pasar— le puso por nombre eternidad Algunas novias que creía esperándome ahora son cenizas Los consejos de mis maestros desaparecen en las sombras ¿Valparaíso era una ciudad o el recuerdo de un sueño? Ah ya no sé qué digo o qué pienso cuando el fantasma del pasado me abandona por todos mis insomnios del futuro

Iván Quezada, escritor y editor, Valparaíso, Chile

martes, 19 de mayo de 2020

Convocatoria fotos de baúl. Segunda vuelta. Memorias por Leonardo Patricio Miguel

Escuchaba tu voz en el largo palpitar..
mientras sus ojos volaban por el pensamiento...
agitando sus manos en ademanes de
silencio
En la penumbra de su partida olvidé
besarla
mitigar su dolora para poder dormir de
madrugada
un momento en el umbral del tiempo...
irreconocible en el sendero yace.
No me extraña que el camino que el camino sea tan
estrecho...
cuando todos vienen de regreso.
pasar inadvertidos a través de las
miradas ajenas...
aunque podrían no mirar.
Extraña sensación es percibir los
sonidos del abismo...
ese respirar pausado...
y el aroma de flores blancas.
Moribundas y parcas sobre la piedra...
donde la demora es perpetua.
es memoria que persigue con afanes
obsesivos una vida...
algún día mientras me esperas...
podre sonreír hasta la noche siguiente.

...

¿Sabes?
Te he soñado madrugada...
con tu vestido tan blanco como tus
manos.
El reflejo de la luz sobre tu rostro...
formando figuras celestiales...
etéreas...
impávidas.
Tus ojos translucidos como luciérnagas
destellantes...
me miraban desde la ausencia y el
perdón
Te acercaste con tus pies descalzos...
como el olvido y el dolor
"Soy yo"
al final del umbral escuche tu voz.
y me estremecí al tocar tu piel...
siempre la puerta abierta.
A dónde ir cuando los sueños son tan
profundos...
que la realidad se asemeja infinita...
irremediable...
nunca lo sabrás.
...

Madrugada y un mismo sueño anterior a
éste...
"te recordaré"...
me decía cada vez que que se marchaba.
y yo...
regresaba sonriendo
Al final...
un pequeño resquicio de dolor...
sobrevolaba por mi mente.
Ella estará por toda la habitación...
buscando camino entre tantos
recuerdos.
Intentando abrir la ventana...
se abrirá la puerta
Y desde adentro...
la vida morirá en nuestras manos.
Extrañaremos cicatrices...
es una emoción diferentes.
Recién florecen las rosas...
aunque no sea para siempre


Leonardo Patricio Miguel, poeta, Coyoacán, Distrito Federal, México





lunes, 18 de mayo de 2020

Convocatoria fotos de baúl. Segunda vuelta. Tú (o como sentir en el alma llegar a ti, a través de una foto sepia)por Adrián Alejandro Sierra Ríos




VOLCAR LA LETRA SOBRE UN PAPEL
DESCOLORIDO, SEPIA, ALLENDE EL TIEMPO
QUE REMONTA A PRETÉRITAS HISTORIAS
NEBLINA GRIS,  DEL FATÍDICO CRONOS

PIEL DE PORCELANA EN UNA AJADA FOTO,
HIERÁTICA, ORA OBSERVA, ORA ESCRUDIÑA 
DESEMPOLVANDO  RECUERDOS OLVIDADOS
PASADO ESPECTRAL,  TIEMPO PRESENTE

MUJER QUE RENACE CON CADA MIRADA
AL ASOMBRO DE LOS OJOS, ENCADENADA
AL ATISBO DE LA REMEMBRANZA, CONDENADA
OCULTA EN UN CAJÓN OBSCURO, OLVIDADA

IMPERTÉRRITA ILUMINA LOS LENTOS PASOS
CAMINANTES DE ESTRELLAS ENJAULADOS
POR EL FOCO SUTIL DE SU ÁSPERA BELLEZA
LLORAN EN SILENCIO, LOS ASTROS CANSADOS

INAUDITO ES, CON LOS SENTIDOS OBSERVARTE
CALLADO SILENCIO, PULCRO, PURO, VANO
OTRA VEZ EL TIEMPO, HA JUGADO ARTERO
TAHÚR DE LA HISTORIA, UNA MALA PASADA

NO HAN DE SER LOS ENCANTOS DE LA ROSAS
LOS QUE INCENDIEN, CON SUAVES AROMAS
NI TU ROSTRO, NI TU PIEL  EXTRAVAGANTE
HA DE SER EL ALIENTO TRISTE, IMAGINANDO

VENDRÁN A MI, SU SONRISA  Y SU CALMA
COMO EN INVIERNO VIENE  EL VIENTO FRÍO
CON TU SEMBLANTE DE TIERRA Y MITOS
SE ENTORPECERÁN TODAS LAS PALABRAS

VOLARÉ LEJOS,  HASTA EL RECÓNDITO HADES
PARA SABOREAR LA MIEL DE TUS CARICIAS
PARA CONOCER EL MUNDO DE TUS RISA
CRISTALINA, TRANSPARENTE, ALETARGADA

INCONSCIENTE SOY DE LA LARGA ESPERA
QUE ATORMENTA MI DESPERTAR, MI AURORA
SEPULCRO CRUEL EN  ENMARCADO VIDRIO
LUCE EL ROSTRO, COMO EN TU PRIMAVERA

CANTO DE LUCES, DE SOMBRAS, DE HASTÍO
CALIDOSCOPIO SUBYACENTE DE LAS HORAS
CÁNDIDOS ENCUENTROS EN LAS NOCHES
CONTEMPLANDO TU SOMBRA, TU QUIMERA

YACE EL RECUERDO LÍMPIDO, VUELVE A LA LUZ!
VUELVE AL SILENCIO  DE LA PARED BLANCA!  
ESTREMECIDA ESFINGE DE PAPEL, VIDRIO Y MADERA
A PERNOCTAR ETÉREA EN TU ANTIGUA FOTO SEPIA.  


Adrián Alejandro Sierra Ríos, escritor, Santa Fe, Argentina



sábado, 16 de mayo de 2020

Convocatoria fotos de baúl. Segunda vuelta. Las hortensias por Isabel Pisani




El caserón de los Mantua se vio poblado de alegría cuando llegó Felisa, después de 20 años de matrimonio infértil, y solamente habitado  por óperas  y un centenar de pájaros en un jaulón, como aquellos artistas que el renacimiento había entregado a las arcas de los mecenas. La niña tenía ojos y cabellos negros y un pequeño lunar junto al hoyuelo izquierdo.
El Dr. Heredia, filántropo de dudosa estirpe, llegaba cada tanto en la ballena negra -como le decíamos los chicos del barrio a su Kaiser Carabela – para asistir el débil corazón de Rosina, mientras Felisa la mimaba y le recitaba las oraciones  de su devocionario.
¡Cuántas veces Heredia aconsejó a la noble dama quitar las hortensias que se recostaban sobre la medianera, para exorcizar la soltería que condenaría a su única hija para siempre, cuando ya cumplía treinta y tantos años!
Para sentirse útil, Felisa Mantua fue a trabajar al hospital regional como auxiliar de enfermería, en el turno de cero a seis de la mañana. A las siete, en verano o invierno, lavaba la vereda del caserón y  el piso en damero de la galería  hasta sacarle brillo. Todos los días, todos, aún bajo la lluvia la veíamos, cual un fantasma, escoba en mano. A pesar de todo, sus ojos brillaban más y había aumentado algunos kilos que verdaderamente la rejuvenecieron  a los cuarenta años.
El mes de junio de aquel otoño de 1960 anunciaba la luna en agua … y así fue. Llovió y llovió durante una quincena en que los charcos se volvieron lagos y los lagos, ríos. El hospital se llenó de evacuados y enfermedades alentadas por las inundaciones. Felisa no pudo llegar a casa y se comentó que había dormido en la sala de guardia.    
Pero como todo pasa  y se suele retomar el curso de la vida, así ocurrió con ella. Una mañana, regresando de sus tareas habituales, encontró a su padre velando a Rosina. El riguroso luto ya no la abandonaría más.
Tres años después, durante la siesta, don Franco se perdió dando una vuelta a la manzana; y un vecino lo alcanzó hasta la puerta, en donde ella lo esperaba con angustia. Ambos entendieron que era el principio del fin…  Quizás, añorando la libertad  o desdeñando la esclavitud que su mente atrofiada le estaba  imponiendo, el anciano renacentista  abrió al atardecer la jaula y la bandada de canarios, zorzales y cardenales remontaron vuelo, como barriletes cantarines. Luego perdió la vista, el apetito y el andar…Entonces hubo que hospitalizarlo y así murió nuestro vecino, entre aparatos y sones  bien alejados de las armonías musicales de Verdi o Puccini.
Felisa lo sepultó junto a Rosina  y regresó al caserón. Vistió  mantilla y rosario negros todos los domingos  del año 65;  su silencio fue tan brutal que sólo se quebró cuando desarmó el jaulón y se lo  regaló al botellero. Todos los días regaba los rosales de su madre y miraba las hortensias con recelo, pues insistían pródigas en  perfume y  color.
Cierta noche, caminando por el centro, se detuvo frente al Teatro Avenida, cuya marquesina ostentaba  la imagen de Lola Flores, La Faraona; y llevada por la curiosidad, compró una entrada… Volvió extasiada, sin entender (o tal vez presintiendo) qué vibraciones ancestrales punzaban su corazón de ignota ascendencia…
El domingo siguiente al mediodía, llegó la ballena negra hasta la puerta y el Dr. Heredia bajó a una niña. Tendría unos seis años, cabellos negros y un lunar junto al hoyuelo izquierdo. Felisa Mantua la esperaba vestida de blanco.
 Jacinto Heredia, ese filántropo sesentón de dudosa estirpe, llamó a su  pequeña Carmen y, mirando el lustrado piso en damero, le dijo:” Cuando mami duerma la siesta, sacaremos las hortensias para que descansen al sol en la esquina, porque yo no me voy a morir hasta que sea tu padrino de bodas.”

Isabel Pisani, docente y escritora, Buenos Aires


viernes, 15 de mayo de 2020

Convocatoria fotos de baúl. Segunda vuelta. Camino a un mar violeta por Alicia Digón


 
Exilio en la caída
pincelada de la noche
que apura una música
con sus compases tentando
al ritmo de un crepúsculo violeta

llorar calladamente
palabras anudadas…la garganta
un sollozo muy quedo
de pájaro anunciando
otra madrugada de fiebre
que no cesa

practicar una soledad desconocida
escuchando el zumbido del insecto
sigiloso en la noche
de ojos muy quietos
imán de la nostalgia
recuerdo de un espejo
donde
las mordeduras de la tarde de domingo
amarran una voz
un recuerdo
una infancia difusa
la imagen petrificada del amante


y la mujer soñada
devorada por príncipes descalzos

cuánta melancolía cuánta
en las horas frente al pájaro de ojos pétreos
la mirada siniestra del mensaje final
mitigar este filoso silencio
dejar que las manos caigan hacia un costado
y la llegada de la visionaria sea
una partida
en el momento justo
¿quién se quedará esperando a que regrese?
¿quién descolgará mis cuadros y mis fotos?
¿quién se animará a doblar mi camisa?
¿quién vendrá a vestir las muñecas de la infancia
y dejarlas volar hasta la última morada?
Irse
con ese idioma quieto de mis primeros pasos
¿alguien se quedará conmigo
 me apretará su voz contra mis labios?


Alicia Digón, escritora, Luján, provincia de Buenos Aires

Convocatoria fotos de baúl. Segunda vuelta. La caja de zapatos por Alejandro Céspedes

                Ella está sentada en la defensa de un lujoso coche negro. Bellísima, con un extraordinario parecido a Elizabeth Taylor, pero más alta. Sonríe y tiene esa luz en los ojos que no perderá hasta 1984, junto con la razón, y que iría mezclándose con un rencor profundo a casi todo. Delgada, muy elegante. Lleva un traje negro de chaqueta que se entalla con dos botones consiguiendo una delicada cintura de avispa, y una falda de tubo hasta mitad de las pantorrillas. Zapatos de tacón, medias de cristal y un collar de perlas con dos vueltas. Entre los brazos tiene a un niño de unos dos o tres años con la mirada triste y desviada hacia la parte izquierda de la foto. Está perfectamente conjuntado: pantaloncito negro corto, rebeca blanca abotonada y sandalias a juego impecablemente limpias. Ella tiene las manitas del niño entre las suyas.

               En la caja de cartón, debajo de las fotos, hay varias cartas de Sociedad Española de Automóviles de Turismo. Tienen manchas de humedad y la marca central de haber estado dobladas mucho tiempo. La primera, fechada el 17 de junio de 1957, informa de que con las mejoras solicitadas al “Modelo 1400 Lujo” referencia 132.253 el precio del vehículo asciende a 135.000 pts., y que el aparato de radio “Autovox” serán otras 5.300 pts. En la siguiente carta del 7-5-1957 están relacionados, muy detalladamente, los siete puntos de las condiciones de venta: “En nuestros archivos figura una petición suya de nuestro coche SEAT con fecha 19-6-56. Habiendo sido aprobada su solicitud, le rogamos ingrese la cantidad de 60.000 pts. a cuenta en nuestra c/c en cualquiera de los bancos que aparecen al final de esta carta. Envíenos cuanto antes el resguardo acreditativo del ingreso”, etc. etc. Había otras tres cartas que explicaban los plazos de entrega, trámites de matriculación, Certificado de Fabricación... La última, por fin, la que estaba más al fondo de la caja, comunicaba que a partir del día 7-8-1957 se podría retirar el coche solicitado, así como las seis condiciones necesarias para hacerlo. Entre ellas el ingreso previo de otras 75.000 pts. y acudir con el resguardo para poder retirar el vehículo.

                Hace aproximadamente quince años, ese niño recibió una curiosa llamada de su madre. Con esa voz enérgica que no admitía ningún disentimiento dijo secamente: –Ya tenéis todas vuestras cosas metidas en cajas. Hay cinco, cada una con lo que os corresponde a cada cual. Si no venís a recogerlas las quemo. No quiero más trastos en esta casa. –No sé qué estás diciendo, mamá –le respondió. –Está muy claro. No quiero nada aquí que no sea mío. En las cajas tenéis las fotos de la comunión, de las bodas -los que están casados-, las de cuando erais pequeños y las cosas que me regalasteis cada uno. No quiero más recuerdos.

–¡Pero mamá, esas cosas no son nuestras, son tuyas! –le contestó. –No lo repito más, las recogéis o las echo a la hoguera de tu padre. La única afición que tuvo su marido durante los últimos diez o quince años fue hacer una hoguera diaria, siempre en un lugar distinto del jardín, en la que quemaba la correspondencia, documentos del banco o cualquier otra cosa que cayera en sus manos. –Haz con las cajas lo que te dé la gana –le dijo–, yo tampoco necesito tener ningún potenciador de recuerdos.

   Cincuenta y ocho años después de aquella foto murió su madre. No fue a su funeral. Lo único cálido que en toda su vida le dejó su padre fue un jersey viejo y roto que él ya no quería y que por alguna razón se escapó de la quema. Paradójicamente, ese jersey azul fue muy amable. Le hizo más llevadera la humedad de aquel sótano donde viviría cuatro años. Acaba de tirarlo. Las últimas palabras que le escuchó a su madre eran mentira. Las frases que ambos se dispararon por teléfono estuvieron cargadas de orgullo y de alfileres. Hoy ninguno de los dos puede arrancarlas y ni siquiera servirían para zurcir los rotos del jersey azul que hay en la basura.

           Su hermana, la lesbiana, va diciendo que él mató a su madre, que fue aquella llamada la que le rompió la arteria en el cerebro. Pero su hermana calla que fue ella quien, por comodidad, no la llevó al hospital cuando era necesario. Esperó una semana. Dos años antes los convenció para que fuesen al notario. Cambiaron el testamento y la nombraron heredera universal a cambio de jurarles que nunca los abandonaría en una residencia. Pero tres días después de enterrar a su madre, tenía al padre agarrándole los brazos y llorando: –¡Por Dios, niña, llévame contigo! ¡No me dejes aquí, por Dios te lo pido! Suplicaba a la puerta del geriátrico más barato que le encontró. Dice una de las dos únicas personas que lo visitaron durante los tres años que sobrevivió, que repite de continuo que su hija se apropió de la casa con engaños. Pero los engañados y los engañadores suelen compartir una tierra de nadie en la que ambas partes colaboran con gusto. Murió hace dos semanas.

           La madre cumplió su amenaza. En alguna de las hogueras del marido quemó todo, pero incomprensiblemente indultó a una caja de zapatos. Fue lo único que pudo el niño de la foto llevarse de la casa.

          Ahora aquel niño revuelve en esa caja de zapatos: antiguas fotografías en blanco y negro con algunos negativos en cristal, unas cartas de la empresa SEAT..., fue lo único que pudo salvar de la desheredación. Recuerdos roídos por la decepción. Se sorprende pensando que siempre le han mentido, desde niño; que las caricias que le dieron eran únicamente el interés de un capital más grande que se querían cobrar cuando llegara el tiempo. Se sorprende pensando que estas cosas, como todo lo que de verdad importa, se aprenden siempre tarde.

           El niño no recuerda quién les hizo las fotos porque tenía la vista -y la mirada tristedesviada hacia el margen. ¿Por qué estaban las cartas de la compra del coche con las fotografías? ¿Quién dio tanta importancia a aquellos hechos como para conservarlas juntas sesenta y cuatro años?

           Hoy ya no puedo preguntar a nadie. Durante algunos días me consolé pensando que este olor a humedad que llevo dentro y fuera de mí, y esta tristeza que está en todo cuanto toco y cuanto veo, podría quedarse allá, atrás,por fin, en lo que nunca quisieron que tuviese. Pero tengo entre las manos esta caja que, como una elaboradísima venganza, ni siquiera me sirve como potenciador de los recuerdos. La vida y yo iremos conversando.Tiene que darme cuenta de una serie de cosas.


Alejandro Céspedes, escritor, Oviedo, España

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