jueves, 4 de junio de 2020

Convocatoria fotos de baúl, segunda vuelta. Carta para Anahí por Sandra Ávila


                                                                              San Miguel de Tucumán, 3 de junio 2020

Querida Anahí,
                          Espero hayas podido dormir un poco querida. Después de catorce horas de viaje llegué y me metí directamente en la cama prácticamente con los ojos cerrados. ¡No puedo creer lo que ocurrió allí!, no sé quién tomó la decisión de pasarla por la parroquia si ella no era creyente, en más detestaba a los curas y sacerdotes, hace tiempo que estaba alejada de dios y seguramente tuvo sus razones que no quiero expresar en este instante. Pero en resumen decía que eran todos unos seres despreciables y unos cerdos.
Tu tía Filomena quería mandarse la parte con las coronas del cortejo, pero mira qué barbaridad esa actitud. Una desalmada, venir a querer quedar en evidencia de querer aparentar, cuánto dinero gastó, con mamá no se querían ni un poquito, pero mamá se comportaba gentil con ella por respeto a su marido. Los rencores vienen de cuando Fernandito se quemó la pierna estando al cuidado de ella, tú mamá la perdono, pero nunca se pudo olvidar el daño causado en la pierna y por ese malintencionado accidente Fernandito tuvo baja la autoestima, y mucho dinero le costó en psicólogos, especialistas y más psicólogos y de todos modos igual se le dificulto para socializar con sus pares: primero en la escuela después en el club querida y lo que le costó hacer amigos en la facultad.
Fuera de serie. Hoy amaneció horrible aquí, mientras tomaba un té de hierbas y miraba por la ventana recordaba la tarde en que tu madre y yo paseamos por Buenos Aires y las veredas estaban tapizadas de flores violetas de los jacarandás, y de vuelta a Congreso de repente nos agarró la lluvia, y corrimos como locas unas cinco cuadras sin parar, tu madre amaba la lluvia, y odiaba fervientemente a esos paradójicos objetos llamados paraguas.
Recordé su aroma, sus manos suaves, su amor por los animales y por la música, y su andar descanso todo el año. Me dio nostalgia haberla recordado e inmediatamente tuve la necesidad de bajar de arriba del ropero la caja de cuero con fotos de cuando éramos chicas y encontré esta foto, que el fotógrafo que las hizo imprimió dos y me regaló una.  Esa foto fue hecha para la portada de una obra de teatro barrial, más precisamente la adaptación de Pinkerton que se hizo para recaudar fondos para comprar los materiales del nuevo techo del club italiano de calle Hipólito Irigoyen. Tu madre fue una buena actriz tenía sus encantos y sus dones para interpretar cualquier papel que le asignarán. Te decía, que mientras observaba como estatua como caía el agua de lluvia estaba pensando en todo lo que querías obsequiarme, y no creas que no lo pensé, yo prefiero no quedarme con nada. De verdad demasiados recuerdos bellos tengo con ella y me alcanzan para recordarla. Tu casa en poco tiempo se convertirá en santuario, tu madre era bien querida por todos y no me extraño que el cortejo fúnebre haya estado atestado de gente, que ni vos,  ni yo conocemos, creo que muchos eran de la Fundación Eva Perón y muchos otros de la escuela de Fernandito.  Como sea, escuché anécdotas divertidísimas de tu madre y no me han sorprendido en absoluto ya que la conozco mucho y hemos nacido prácticamente juntas. Ella tres días mayor que yo, sabes que todos creían que éramos hermanas de hecho cuando éramos solteras fingíamos serlo.

Como te decía, yo tengo una foto de más y te envío esta de regalo. Te envío también otras que son similares yo no necesito tener fotografías similares o repetidas cuando sé que las podés tener vos bien cuidadas y conservadas. Te quería decir que está semana cobro mi pensión y te depósito para pagar parte de la lápida y los demás gastos que tuviste estos días.
Te digo una cosa, sino no fuera por me despedí de tú madre no creería que pasó lo que pasó. Pero ya veras, así es la cosa y tu madre regalaba vida. Tu madre ella fiel y honesta y era una hermana para mí.

                                                                        Te mando un abrazo enorme.
                                                                                                          Cuídate.
                                                                                                        Te quiero.
                                                                   

                                                                                              
                                                                                      Marta



Sandra Avila, escritora y estudiante de Lic. en periodismo y nuevos medios. Córdoba. Argentina

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