domingo, 14 de diciembre de 2014

Cuarto de hotel por Sandra Ávila

Fotografía. Sandra Ávila

Después de la cirugía de miopía me hospedé en un hotel cerca de la clínica. Llamé a la recepción y solicité un jugo y un tostado. Me cambié mientras me duraba el efecto de la anestesia. La luz de la habitación me enceguecía, cerré todo. Me quedé a oscuras como Drácula. Después de comer me acosté, considero que me dormí inmediatamente. Me desperté al oír unos vigorosos alaridos de una mujer que se hospedaba en la habitación contigua, sus gemidos acompañados de fuertes estampidas de la cama contra la pared. Yo creo que ella creía que era el último día de su vida. Era obvio que era una de esas tardes se sexo bruto, cabe la posibilidad de que la hembra haya capturado a su presa, su macho semental para quedar preñada, o tal vez, y, pensándolo mejor eran dos amantes que se estaban matando a escondidas. El bombeo de mi corazón en el ojo. La cabeza se me partía en dos.

Fotografía. Sandra Ávila

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