sábado, 13 de junio de 2020

Convocatoria fotos de baúl, segunda vuelta. El retratista de muertos por Ezequiel Rositto



Sé que no me vas a creer. Yo nunca lo cuento. ¿Quién te puede creer? Es un asunto de familia que siempre buscamos callar porque mi madre le costó mucho superarlo y mi viejo tampoco quiere tocar nunca el tema. Pero si, paso… paso y me es muy triste recordarlo. Uno que no ha pasado por eso no lo podría entender o creer. A mí me paso… todo empezó cuando éramos chicos… había fallecido mi abuela y nuestros padres nos llevó a mi hermano y a mí al cementerio. yo tenía ocho años y el doce… fue muy fuerte para nosotros estar en el velorio de mi abuela y luego ir al entierro, pero así se dio. Yo era una nena muy tranquila hacia mis tareas y era aplicada ya de chica. Mi hermano era muy delgado y callado y en la escuela los compañeros le hacían burla porque no servía para ningún juego y además su cara seria, casi siempre, no le generaba empatía con sus compañeros… le gustaba estar con mi abuelo leyendo… no era malo, pero no miento si digo que creo que nunca termine de conocer a mi hermano, era muy cerrado y con pocas personas hablaba.
Bueno, esa tarde nos tocó el entierro, como éramos de pocos recursos fue a tierra mi abuelita, que en paz descanse, y era la primera vez que pisábamos un cementerio. Estaba toda la familia y vecinos del barrio, porque mi abuela había sido una persona muy querida, con decirte además que fueron casi todos los viejos del centro de jubilado donde concurría a despedirla… y en eso mientras se hacia la ceremonia y un párroco decía unas palabras -ella también era muy católica y no se perdía una misa- mi hermano silenciosamente se fue alejando del grupo y se puso a recorrer el cementerio… y yo también estaba cansada de estar parada ahí, lleno de adultos, porque mi hermano y yo éramos los únicos niños concurrentes, así que me puse a seguirlo y lo vi que se estaba entusiasmando mirando las fotos de los muertos de algunas lapidas.
-Mira!  Mira esta foto!-
Me dijo y empezó a guardarse las fotos que sacaba de las lapidas. A mi me causo impresión. Pero me amenazo que no diga nada a mis viejos.  Ahí me aparte de él, y lo deje solo… y seguí mirando las lapidas sola. Al rato mi mama nos salió a buscar con una tía y nos volvimos para el entierro.  Y bueno, fue ese día que mi hermano tomo la afición, por así decirle, al robo de fotos del cementerio para luego dibujar sus retratos…
Yo no quería mandarlo al frente porque no éramos de pelear, pero una vez mi mama le pregunto de donde eran esas fotos y se enteró que eran del cementerio. Uh! No sabes cómo le reto. Pero el no dijo nada, como siempre, pero no devolvió las fotos y no tiro ni un retrato.
Por suerte dormíamos en habitaciones separadas, pero solía ver la luz encendida de su habitación cuando iba al baño a la noche tarde y era porque le encantaba dibujar a esas horas. ¿Si tendrá algún nombre esa adicción? No lo sé. Morbo quizás. Para mí. Para él fue un gran hobby que lo siguió toda su adolescencia. Lo bueno era que iba mejorando su forma de dibujar. Eran un gran dibujante mi hermano, vos no sabes! hermosos retratos hacía, pero jamás perdió esa oscuridad de retratar muertos, no sé porque, en casa nunca nos faltó nada gracias a Dios, pero el pobrecito, no se llevaba bien con nadie, solo él, sus lápices y hojas … se le propuso ir a bellas artes y dijo que lo iba a pensar … era el muchacho más tranquilo del mundo … lo enojaba que se metieran en su pieza o de que le criticaran lo macabro de sus dibujos.  Un tío jodón, hermano de mi mamá, una vez le dijo:

-¿Y Joaquín? ¿Cuándo vas a dibujar a una mujer viva? ¿Cuándo una novia?-
Mi hermano no respondió, solo hizo una falsa mueca de risa y se fue de nuevo a su habitación.   
Mis padres les pagaron el psicólogo, pero no había forma de que dejara de actuar como actuaba. Miraba un poco de tele, algo puntual por internet y volvía a su cueva. Ya mis padres se rindieron y lo dejaban ser.
Una noche me levante y vi a mi hermano con una foto vieja, de una bella mujer. La llevaba para todas partes era como que se había enamorada de esa foto. Y un día no sé cómo fue, se le volcó café o no sé qué, y la mancho… apenas podía distinguirla a esa mujer… estaba re mal… no podía culminar ese dibujo y eso le cambio el humor, uf! Un carácter!… pero bueno, paso… pero un día, será a la semana de que se le arruinara la foto, vino emocionado de la calle y se quedó toda una tarde frente a la computadora… algo buscaba por internet. Mi vieja pensaba que por fin se había puesto de novio, pero no , no era eso. Y como estaba de mejor humor mi vieja lo dejo y yo casi ni hablaba con él, así que lo dejamos solo. Pero esa tarde mire un rato lo que hacía y vi que entro a una red y busco a la mujer de la foto. Esa una mujer se había muerto a los 87 años, en aquel entonces, y descubrió que alcanzo a tener una cuenta en una red social y había puesto de perfil esa misma imagen, y no podía creer la decrepitud de esa mujer fallecida. Siguió investigando y vio que tenía una nieta que conservaba rasgos parecido a esa mujer y me dijo:

-ahí está, salve al retrato_
Dijo para si mismo en voz alta, como si yo no estuviera ahí, y yo seguí de largo a mi cuarto para retomar el sueño ¿Qué iba hacer? Así era él. Raro como el solo. No sé cuánto paso ni que paso por su cabeza en aquellos días. Hubo días que no fue a la escuela y un día apareció tarde por casa y solo dijo que fue a buscar una foto a “ya sabíamos dónde”.  Y así fue que una tarde llego la policía y nos enteramos de todo… fue terrible para todos! Imagínate! … había matado a esa chica y había concurrido a su tumba para ver que foto robar… no le importo nada y se trajo una foto de su tumba para poder completar el retrato de esa mujer que estaba obstinado a terminar, y así lo hizo…





Ezequiel Rositto, Profesor de tango y Comunicación social,CABA



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Un cuento policial inédito en "Y la muerte me susurró al oído. Vol. II"

Este volumen 2 trae 9 autores contemporáneos y también me sume como escritora, es emocionante ver mi cuento en este libro.