Cruzando la calle había un zanjón que una máquina había cavado.
Con Mario , mi tío solíamos jugar y embarrarnos hasta la cabeza y muchas veces remontábamos barriletes.
A la edad de 7 años presencié tal crueldad: un hombre arrastraba a un perro atado a una bicicleta. El perro corría jadeando, de a poco fue perdiendo fuerzas y el hombre pedaleaba cada vez más rápido. Yo corrí a la par para intentar ayudar a aquel animalito, pero no pude... corrí y corrí a la par de la bicicleta, hasta que me detuve a mirar hacia atrás y mi casa estaba ya estaba demasiado lejos. Me quedé parada, mirando como el animal ya sin fuerzas era arrastrado por el barro colorado.