Un rebaño de ovejas un poco sucias,algunas cabras. Las calles de arena blanca. Montes naturales. Flores silvestres rojas y violáceas. Un monte desierto y por las dudas no me bajo del auto por que dicen en estos lugares remotos hay pumas, jabalíes y panteras que te consumen...
Luego pase por un pueblo fantasma. En una de las precarias viviendas poseía una siambreta 125 oxidada, botellas vacías y cosas viejas. Los río estaban crecidos por la ultima tormenta lo lejos las ondulaciones escarlatas entremezcladas con el azulado cielo.
Villa del Pozo de Piedra ,es una entrada que halle de una antigua y primitiva quinta en el medio de la nada a unos cuantos kilómetros al sur. Cerca de allí una jauría de perros que nos corrieron al salir de un rancho abandonado.
Luego pase por un pueblo fantasma. En una de las precarias viviendas poseía una siambreta 125 oxidada, botellas vacías y cosas viejas. Los río estaban crecidos por la ultima tormenta lo lejos las ondulaciones escarlatas entremezcladas con el azulado cielo.
Villa del Pozo de Piedra ,es una entrada que halle de una antigua y primitiva quinta en el medio de la nada a unos cuantos kilómetros al sur. Cerca de allí una jauría de perros que nos corrieron al salir de un rancho abandonado.
Capturamos cuantiosos instantes con la cámara fotográfica.
Llegando a La Cruz, allí la fuerte mineral de agua resbalaba entre las piedras con fuerza desde los cerros, a las 14:00 horas el sol calentaba. Los fresnos eran enormes. El aroma era fresco. Mi cabello se volaba con el aire fresco .Al subir el camino de ripio llegamos al monasterio. Nos cruzamos con un micro de turistas .
Llegando a La Cruz, allí la fuerte mineral de agua resbalaba entre las piedras con fuerza desde los cerros, a las 14:00 horas el sol calentaba. Los fresnos eran enormes. El aroma era fresco. Mi cabello se volaba con el aire fresco .Al subir el camino de ripio llegamos al monasterio. Nos cruzamos con un micro de turistas .
Atravesamos puentes de hierro .En el horizonte las sierras de los comechigones se esfumaban con el aura. Murallas interminables de piedras dividían los campos y el paisaje estaba cubierta de flores amarillas pero los bosques estaban afligidos, secos y tostados el último incendio había acabado con ellos. Las varillas de los alambrados estaban chamuscados por el fuego. Pájaros verdes volaban cerca. Al descender el sol emprendimos el viaje de regreso. Al salir a la ruta esta estaba iluminada
una tensa calma que abre la puerta a la imaginación, en este paraje donde la luz del sol brota e ilumina la vida.
ResponderEliminarHermoso
Leí el relato y sentí que era yo la que viajaba. Muy lindo Sandra.
ResponderEliminarAbrazos, Muchita.
Me pasó que mientras te leí, iba sentada a tu lado en el auto, pude ver todo con tus ojos, fantástico!!
ResponderEliminarBesos y viajes :)
Fue muy gratificante poder escribir esta experiencia y transmitirla.Un abrazo grande
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