Fotografía Sandra Ávila |
Hace un rato fui a pagar la boleta del gas. Cuando le pregunté al hombre uniformado con el logotipo de la empresa que tiene la concesión del servicio si todavía podíamos evitar pagar el gas importado, él me respondió que no, que ya no. Y continuó con una exposición acerca del aumento de la tarifa para el mes que viene, "tal como podía apreciar claramente", me dijo mientras señalaba a un cartel de grandes dimensiones colgado en la pared de la oficina. "Está muy claro", reiteró y con su dedo índice apuntó hacia la planilla en blanco y negro, llena de cifras y siglas inentendibles para el público en general. Porque, como cada uno ve lo que sabe, si es que era claro, sólo lo sería para él.
A continuación, continuó su dudoso argumento con un: "Hay que aprender a cuidar el gas. Calefaccionarse es caro en un país subdesarrollado como el nuestro". Y el remate fue: "No se puede estar en invierno dentro de la casa en remera".
- ¿...? ¿Por qué?, inquirí.
- "Porque soy contador y sé muy bien lo que digo", respondió el empleado de atención al público tras apelar a una falacia de autoridad.
-"Yo soy socióloga", le disparé. (Quiero retruco) y me quedé mirándolo fijo.
-"Bueno, entonces -me respondió- no me vas convencer, ni yo a vos".
- Sonreí, y le contesté: "Es posible pero, de todos modos, la palabra nos salva". "Aunque no coincidamos, no podés negarme que detrás de las cifras hay decisiones humanas".
Y en eso, hubo acuerdo, la razón del desacuerdo o el momento de lo político.
Parece ficción, pero fue real. Como suele serlo, en la Dimensión Desconocida.
Aguafuerte dolorense de hoy al mediodía en la empresa de gas.
Parece ficción, pero fue real. Como suele serlo, en la Dimensión Desconocida.
Aguafuerte dolorense de hoy al mediodía en la empresa de gas.
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